Antonio Orbe observa un desfasamiento esencial entre la educación formal que reciben las personas en la escuela para su desarrollo profesional y social y las características del mundo actual, en que privan el desánimo y la insatisfacción hacia las actividades laborales por parte de los trabajadores en general, actitudes que según el autor de Una mirada al futuro. Inteligencia artificial, abundancia, empleo y sociedad no son exclusivas de las viejas generaciones. En su opinión, una de las características de la sociedad del futuro es el persistente y progresivo desplazamiento de los seres humanos por las máquinas en las actividades laborales. Un hecho que permea las expectativas de vida con que son forjados o que se forjan los jóvenes para su incorporación en la vida productiva y que por igual tiene su impacto en los ámbitos económicos y políticos mundiales. De hecho, Orbe aventura a modo de predicción que estas transformaciones sociales traerán consigo en un par de décadas una tendencia hacia la desaparición del trabajo humano tal como lo conocemos en la actualidad y que en contraparte surgirán mecanismos de beneficio comunitario tanto por parte de los ciudadanos como de los organismos multilaterales mundiales que redundarán en beneficio de la humanidad: la libertad y el ocio adquirirán entonces otra connotación y potencializarán el desarrollo de las capacidades humanas.